Según Save The Children como consecuencia de las atrocidades que se produjeron en Myanmar, más de 700.000 rohingya, han huido desde Bangladesh. Más de la mitad son niños y niñas, de los cuales uno de cada dos ha quedado huérfano. La mayoría de los niños a los que están acompañando, cuentan que han presenciado y vivido en primera persona cosas terribles: masacres, violaciones múltiples, aldeas quemadas enteras, miembros de su familia quemados vivos. Afirman que niñas con tan solo 5 años fueron víctimas de una brutal violencia sexual.
Actualmente, cerca de 400.000 niños y niñas viven en Cox's Bazar, el campo de refugiados más grande, donde la vida es pura supervivencia por las condiciones precarias y el hacinamiento, la escasez de alimentación, porque ponerse enfermo puede implicar la muerte, porque no hay parques en los que jugar, ni escuelas a las que ir.
Está ONG está siendo testigo de la vulneración de derechos que están viviendo los Rohingya. Señalan que casi el 70% de los niños y niñas en edad escolar no asiste a la escuela en Bangladesh, por lo que se les está privando de un derecho fundamental; el derecho a la educación. La asistencia a la escuela posibilitaría construir un futuro mejor para ellos y sus familias. En palabras de Save The Children: “Estamos perdiendo una generación de niños y niñas rohingya”.
En el periodo, agosto de 2017 a agosto de 2018, han asistido a más de 350.000 niños y niñas, muchos de ellos huérfanos, han establecido casi 100 espacios seguros dando a casi 40.000 niños un lugar donde jugar, recuperarse y volver a ser niños. Cuentan también con programas de protección, acceso a la educación, salud, alimentación, agua y saneamiento. Los niños y niñas rohingya que tienen acceso a la educación asisten a clases de dos horas diarias, pero son conscientes de que dista mucho de la situación ideal.
Otra de las situaciones a las que se ven forzadas las niñas rohingya, que estánn en los campos de refugiados es a contraer matrimonio a temprana edad, anulando su infancia y lastrando su futuro. Las familias venden a las hijas menores por un doble motivo a cambio de la dote para paliar la miseria y para protegerlas de las mafias de trata de personas que operan en la zona. Otras niñas, como Amot, se han quedado huérfanas, se ven solas y buscan en el matrimonio una forma de protección y seguridad. Amot se casó a los trece años y tuvo a su bebé a los 14.
Según la Organización Mundial de Inmigración” (OMI) aunque los matrimonios de menores son una tradición de larga data entre los rohingya, los casos se han multiplicado a consecuencia las deplorables condiciones en las que han terminado hacinados en Bangladesh. Ese organismo descubrió matrimonios en los que las novias no superaban los 11 años.
Desde este blog, deseamos que acabe la situación de sufrimiento y crueldad que están soportando tantas personas, familias y niños rohingya. Pedimos a la comunidad internacional (organismos internacionales, países, ONG …) que aúnen esfuerzos y se empeñen decidida y eficazmente por restituir el daño sufrido por los rohingya y por encontrar un destino digno y justo para la etnia rohingya.
Y a ti lector, permítenos invitarte a que te impliques en apoyar a los rohingya, son varias las organizaciones que están asistiendo a los rohingya en los campos de refugiados y realizando presión a nivel internacional. ¡Ojalá encuentres alguna forma concreta de colaborar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario