sábado, 19 de noviembre de 2016

Esclavizadas por la lujuria

La lujuria y falta de escrúpulos de algunos hombres esclaviza a niñas y adolescentes. Esta tragedia, de la que ya hemos hablado anteriormente en este blog, vuelve a ser un tema de actualidad. En un artículo publicado por El País se presenta cómo ha cambiado la vida de cinco mujeres de Bangladesh que fueron entrevistadas hace cinco años en Faridpur, situada a menos de cien kilómetros de la capital, Dacca.

Una de las mujeres cuya historia se presenta es Asha. Las condiciones por las que ha pasado durante su adolescencia son penosas, como ella misma declara, “Me violaron, me vendieron y me obligaron a ejercer la prostitución con 13 años”. En ese momento, ni siquiera recibía contraprestación económica alguna, sino que sólo se ganaba el derecho a comer y a seguir con vida. Sus condiciones han cambiado, al recibir ahora un mínimo pago por parte de sus clientes, que no es suficiente y su hijo tiene que vivir con ella en el burdel en el que trabaja. En algunas ocasiones incluso llega a tener que estar en la misma habitación en la que su madre recibe a sus clientes.


Es muy difícil salir de esta situación de explotación y distintas generaciones se ven obligadas a convivir en los prostíbulos. Ese es el caso de Shika, que fue obligada a casarse con 12 años ya que sus padres se separaron y su madre quería impedir que cayera en la prostitución. Sin embargo, por la adicción a las drogas de su marido, ella se ha visto obligada a prostituirse y con 16 años ya tiene una hija de 2 años. Las dos conviven con la madre de Shika, que también ejerce la prostitución, siendo así 3 generaciones las que se ven en las mismas circunstancias.

También la historia de Hapeja, otra joven entrevistada, es dramática. Para tratar de huir del marido con el que la casaron a los 15 años y que la maltrataba, cayó en las manos de un traficante de menores y fue torturada hasta que accedió a prostituirse. Es sorprendente la facilidad con la que se puede traficar con personas; en Bangladesh se puede comprar una niña por unos 100.000 takas (1.165 €) y posteriormente subastar su virginidad por 10.000 takas (116 €).

De las siete mujeres que se habla en el artículo, sólo una de ellas ha podido dejar la prostitución 5 años después, mientras que las demás tienen que seguir ejerciendo. Además de verse obligadas a mantener relaciones con hombres mayores que ellas y ser marginadas socialmente, la salud de estas menores y mujeres también corre ciertos riesgos. Ya no es sólo la escasa protección frente a las enfermedades de transmisión sexual, sino que también caen habitualmente en la adicción a las drogas y en la actualidad emplean Oradexon, un esteroide que se utiliza para engordar al ganado y que toman algunas de ellas para incrementar su peso ya que es la preferencia de los hombres de esa región.

Resulta especialmente dramático que la economía de Bangladesh sea una de las que más crece en el mundo, y sin embargo, esto no hace mejorar las condiciones de algunos de sus habitantes, sino todo lo contrario. Una vez más se comprueba que el supuesto desarrollo económico no se traduce en una mejora en las condiciones de vida de los que menos tienen, especialmente los menores que son explotados de una u otra manera.


Como vemos con frecuencia en este blog, nunca faltan personas comprometidas que trabajen por combatir estas dramáticas situaciones. Tal es el caso de Shapla Mohila Sangstha, una ONG local que se creó en 1997 para concienciar sobre el SIDA y las enfermedades de transmisión sexual a las prostitutas de Faridpur. En la actualidad, han ampliado su ámbito de trabajo a todo Bangladesh, donde según sus cifras ejercen la prostitución 4.500 féminas. Desarrollan distintos proyectos que van desde la salud sexual a prevenir la explotación y el tráfico de menores, pasando por gestionar centros de día que ofrecen actividades lúdicas y clases no regladas para los hijos más pequeños de las prostitutas y así intentar que salgan de esa miserable situación.